Cuando pensamos en la industrialización se nos vienen a la cabeza imágenes de grandes fábricas, con sus icónicas cadenas de montaje produciendo todo tipo de productos en serie, o cualquier pequeño artículo que utilizamos en nuestro día a día. Y, aunque nadie imagina fábricas donde se produzcan casas, el concepto de “construcción industrializada” está cada vez más presente en la arquitectura, y son muchas las corrientes que se están haciendo eco de las bondades de esta nueva manera de construir. No obstante, la relación entre industria y construcción han estado unidas desde tiempos inmemorables y no es algo tan nuevo como se piensa.
Cadena de montaje FORD
Antecedentes de la arquitectura industrializada
Podemos señalar el inicio de la industrialización en la arquitectura a principios del siglo XVII, cuando nace en Estados Unidos el concepto de “balloon frame”, un sistema revolucionario que, a partir de listones de madera, permitía la creación de fachadas e incluso partes enteras del edificio en el propio taller. Después, eran trasladadas e instaladas en el lugar de destino, facilitando así el proceso de construcción. Este sistema evolucionó dos siglos después, gracias al notable desarrollo en el sector industrial, el cual permitió utilizar materiales más duraderos, como el hierro, el acero y el vidrio, y también nuevos y versátiles materiales como el aluminio.
El primer edificio de gran envergadura en hacer uso de estos materiales fue el Crystal Palace de Joseph Paxton, construido en 1850 para albergar la Exposición Universal de Londres. La gran mayoría de las partes del edificio fueron diseñadas y fabricadas en taller, para luego ser ensambladas en la obra. Su construcción expone, ya en ese momento, el ideal de industrialización: modulación, estandarización, producción en serie, transporte y montaje en destino.
Crystal Palace de Joseph Paxton en 1850. Modulación, estandarización y producción en serie.
Un hito importante de cambio en la construcción de edificios residenciales fue el gran incendio de Chicago en 1871. La técnica del Balloon Frame y las estructuras de madera utilizadas fue puesta en duda debido a la alta combustibilidad del material. Es por ello que empezaron a buscarse alternativas como los marcos de acero, ya utilizados en el edificio de Paxton y, sobre todo, el desarrollo tecnológico del hormigón armado. Un primer paso hacia la modernidad se acababa de plantear.
Pero es durante las primeras décadas del siglo XX cuando surgen un conjunto de tendencias en arquitectura que cambian por completo el sector, rompiendo con la tradicional configuración de espacios, formas compositivas y estéticas. Un nuevo paradigma conocido como Movimiento Moderno que, además, superó el ámbito arquitectónico y se expandió a otros sectores como el arte y el diseño. Los grandes arquitectos de este movimiento vieron en las formas de producción industrial una esperanza de cambio.
Uno de los primeros en preocuparse por la vinculación directa entre la industria y la arquitectura fue Walter Gropius (1883-1969), quien llevó a cabo planteamientos de vivienda industrializada, como las Packaged Houses, construidas a base de paneles modulares.
Packaged House de Konrad Wachsmann y Walter Gropius
El arquitecto franco suizo Le Corbusier (1887-1965) también fue seducido por los conceptos de la industrialización. En su libro Hacia una nueva Arquitectura (1923) denunciaba que la arquitectura seguía basándose en sistemas constructivos artesanales y que no se estaba aprovechando las mejoras en calidad, rapidez y costes que ofrecía la estandarización y producción en serie. Planteaba el abandono de la antigua casa, en favor de una nueva “máquina de habitar». Esta propuesta definía a la casa como un objeto útil y funcional, una maquina perfecta, resultado de la unión de una serie de piezas producidas en una fábrica.
Otro de los grandes nombres que destacan por su contribución a la industrialización de la vivienda es R. Buckminster Fuller (1895-1983) en la casa Dymaxion. Ideada en los años 1930, este tipo de vivienda modular consiguió venderse a nivel mundial, incluso en la Unión Soviética. A pesar de sus formas no ortogonales, el edificio es totalmente ensamblable y de construcción en seco con diferentes materiales metálicos.
Casa Dymaxion – R. Buckminster Fuller
El impacto de los enfrentamientos bélicos en la industrialización de la arquitectura
El otro hito importante que afectó de forma directa a la manera de construir vivienda fue el periodo de guerras que durante la primera mitad de siglo asoló Europa.
Por un lado, la carrera armamentística de las principales potencias implicadas propició que cientos de miles de personas abandonaran sus hogares para trasladarse a los centros de fabricación militar. Un movimiento migratorio que trajo consigo la inmediata necesidad de ofrecer a los trabajadores una vivienda digna en la que alojarse. Aquella situación de emergencia permitió a los arquitectos investigar y trabajar con los métodos constructivos más rápidos y eficientes disponibles en la industria de su época. Así, los sistemas de prefabricación y producción en masa permitieron construir en un tiempo récord cientos de poblados perfectamente urbanizados alrededor de las fábricas.
Y, por otro lado, la destrucción a gran escala de las ciudades, producto de la Segunda Guerra Mundial y que demandó una reconstrucción masiva de Europa.
Es en este contexto donde arquitectos y constructores miraron hacia la industria, reaprovechando el tejido fabril creado durante el conflicto, adoptando soluciones prefabricadas que les permitieron construir con la mayor brevedad posible y a un menor coste.
Sin embargo, esa necesidad urgente por volver a levantar lo derribado lo más rápido y barato posible, obligó, en muchos casos, a dejar a un lado la dimensión social de la arquitectura, primando tipologías edificatorias de dudosa calidad técnica y humana.
Ciudad de Colonia destruida tras la guerra
La industrialización y el prefabricado
En los últimos años se ha intentado desacreditar el concepto de prefabricación, procurando que esta palabra recoja todos los errores e intentos fallidos del pasado por vincular la construcción al modelo industrial. Esto ha provocado que, vivienda y prefabricación, unidos, provoquen hoy en día una reacción de repulsa por los diferentes agentes del sector.
Por este motivo, las nuevas generaciones de arquitectos y promotores han dejado a un lado la “prefabricación” y han encontrado en el concepto de “industrialización”, una palabra libre de cargas que ha sido impregnada de ciertos valores intangibles como la innovación, la calidad y el futuro. Diversos autores han ahondado en este cisma, creando una literatura muy amplia que ha marcado una línea divisoria entre ambos conceptos. Sin embargo, se está cometiendo un error al condenar al ostracismo el concepto de prefabricación, ya que la industrialización de la construcción de vivienda no podría existir sin ella.
Si atendemos a la definición que se le da a cada uno de estos conceptos, nos será más fácil entender su diferencia, pero también la relación que guardan entre ellos. Así pues, y atendiendo a una de las primeras acepciones del Diccionario de la Real Academia Española, definimos «prefabricación» como el acto de hacer piezas en una fábrica, elemento o un sistema que, pudiendo ser realizado en obra, lo es en fábrica. En caso de no poder realizar esa elección, tendremos un elemento hecho in situ o bien un producto industrial. Según esta definición, un lavabo, un perfil laminado o un ladrillo no podrían ser considerarlos como un prefabricado.
Por otro lado, podemos entender la “industrialización” como una nueva forma de pensar en la construcción. Ésta va mucho más allá de la estandarización y prefabricación, implicando un cambio de mentalidad y de paradigma en el sector. Se produce una transición del proceso productivo, aplicando tecnologías avanzadas al proceso integral de diseño, estandarizando soluciones flexibles que resuelven las diferentes problemáticas y, además, son capaces de producirse en serie, transportarse y ensamblarse en destino. De este modo, se deja a un lado la estigmatización del concepto de prefabricación y se da lugar a una nueva etapa de innovación y futuro a través de la industrialización.
Industrialización en estudios de arquitectura – Arquitectura 4.0
Por tanto, sería mucho más correcto hablar de grado de industrialización de la vivienda, en función de la cantidad de componentes que han sido producidos siguiendo el proceso industrial, y el grado de terminación que presentan sus sistemas, determinando la cantidad de procesos no industriales aún requeridos para la finalización del edificio.
¿Cuáles son las ventajas de la industrialización en arquitectura?
Una de las principales ventajas de la industrialización es la mejora de la calidad del producto. Y es que, a pesar de que muchos lo tachan como un instrumento que reduce la capacidad creativa del arquitecto, la realidad es que gracias a las mejoras significativas que aporta el modelo industrial, se puede llegar a unos estándares de calidad y tecnología, difícilmente posibles con otros métodos de construcción. Y estos estándares de calidad suponen una reducción en los plazos de construcción y una mayor capacidad de previsión y adaptación, lo que supone un ahorro en las tareas de reparación y subsanación de errores o defectos en obra.
Pero la industrialización va más allá, ya que ha de entenderse como un instrumento para conseguir los objetivos de desarrollo sostenible. Además, la reducción tanto de residuos como de consumo energético hacen que forme parte del concepto de economía circular aplicado a la arquitectura.
Y, por último, en un sector en que todavía destaca por contar con una mano de obra poco tecnificada, la industrialización llega con la promesa de mejora de las condiciones de los trabajadores y la reducción de siniestralidad.
Arquitectura industrializada. Vivienda modular de Neoblock
Sin embargo, una de las cuentas pendientes, y quizás la más esperada, es la reducción del coste de ejecución material de la obra. Hoy en día, todavía no se ha logrado reducir de forma significativa estos costes, debido a la todavía falta de estandarización de algunas soluciones.
La repetitividad es la clave del éxito de la producción en serie y, a día de hoy, no existe una oferta de soluciones lo suficientemente completa y flexible para que pueda ser implementada de manera sistemática en la ejecución de los edificios, respetando las singularidades de diseño que demanda el mercado. Además, otro de los importantes frenos a la aplicación y desarrollo de la construcción industrializada son los gastos de logística derivados del transporte y montaje, que elevan significativamente el coste de cualquier solución producida en una industria alejada del lugar de emplazamiento final de la obra.
Promesas de cambio
Hoy en día, el suelo representa el 32% del precio final de la vivienda, los impuestos a los que ha de hacer frente el promotor durante todo el proceso de edificación suponen otro 25% del precio y su beneficio ronda el 15-17% mientras que los costes de construcción absorben desde un 16% hasta el 26%.
Por tanto, la reducción del coste no puede ser un motor de cambio, si no una consecuencia del mismo.
La industrialización de la arquitectura implica una profunda transformación económica, social, y estructural, que debe suponer un compromiso con la sociedad y con el medio en el que vivimos. Este proceso no puede evolucionar de espaldas al contexto en el que se desarrolla, al igual que cualquier fenómeno en expansión, debe tener un compromiso de desarrollo sostenible, tanto en lo medioambiental como en lo social.
La industrialización supone innovación, trabajar con nuevos materiales y crear procesos que simplifiquen el trabajo, pero se deben plantear de manera progresiva y equilibrada, en función de las capacidades de evolución técnica del lugar donde se desarrolla, permitiendo que las diferentes industrias se transformen sin destruir el tejido social.
Es el momento de exigirle más a la vivienda como cliente y, para ello, es el momento de exigirle una mayor implicación a los agentes que tienen capacidad para promover este cambio.
Sobre el autor
Carlos Pueyo
Arquitecto de formación y vocación. Su inquietud y deseo de aprender le ha llevado a formarse también como Arquitecto Técnico e Ingeniero por la Universidad de Navarra. Master en Project Management por la Universidad Politécnica de Valencia. A lo largo de su trayectoria profesional, ha planificado y organizado equipos multidisciplinares en las diferentes fases de proyecto. Investigador incansable, apasionado de la innovación y la mejora continua. Posee amplia experiencia en el desarrollo de producto en arquitectura industrializada. Forma parte de ADORAS como jefe de proyectos.