El carácter efímero de las expresiones artísticas es, ante todo, un concepto subjetivo y sujeto a la propia definición de arte. La idea de considerar a las diferentes expresiones efímeras como una forma de arte ha estado presente desde la época clásica hasta hoy en día. Platón, por ejemplo, nos diría que si algo es bello no puede ser efímero, ya que la mera imagen de bello es lo único eterno. Del mismo modo, el cristianismo de la edad media también rechaza la idea de lo bello como algo pasajero, ya que la única belleza es la de Dios y esta es inmutable. No obstante, a partir del siglo XIX, se produce un cambio de paradigma respecto al concepto, considerando el carácter efímero de las cosas como indicador de belleza (Souriau, 1998).
Como podemos ver, la expresividad artística de lo efímero ha existido desde siempre, independientemente de ser reconocida o no. Sin embargo, no fue hasta llegado el siglo XX cuando estas formas de expresión han cobrado una gran importancia. Y es que, el mundo contemporáneo trajo consigo un cambio de paradigma hacia lo subjetivo, lo individual, dando lugar a tendencias artísticas que rompieron con la tradición clásica. En este contexto, el arte contemporáneo ya no se sustenta sobre ideas inmutables, sino que queda ligado a la condición cambiante de las personas y su percepción.
Este paradigma desencadena en una sociedad cada vez más materialista y cuya velocidad de consumo aumenta, donde el arte, en todas sus formas, queda sometido a una degradación que refuerza y revaloriza lo efímero y lo emocional. Ya no importa el qué, sino el sentido estético y la percepción sensorial que provoca.
Esta visión contemporánea y actual atañe a cualquier tipo de manifestación artística, incluyendo la arquitectura. Y es que, ya en el siglo XX, corrientes como el futurismo exaltan el carácter efímero, donde arquitectos como Antonio Sant’Ellia afirmaban que “las casas durarán menos que los arquitectos” (manifiesto de la arquitectura futurista, 1914).
Breve resumen de la arquitectura efímera a lo largo de la historia
Cuando hablamos de lo efímero en las bellas artes, la arquitectura es la disciplina con la que menos lo asociamos. Aparentemente, la temporalidad con la que se caracteriza el arte efímero carece de sentido en una disciplina cuyo objetivo principal es diseñar y construir para perdurar en el tiempo. Y, aunque pueda parecer contradictorio y tratar de términos totalmente opuestos, lo efímero también ocupa un lugar en la arquitectura.
De un modo u otro, la efimeridad ha estado presente durante toda la historia de la arquitectura, incluso en las culturas clásicas. A pesar de su afán por la monumentalidad y el carácter duradero de las edificaciones, que a día de hoy siguen estando en pie, podemos encontrar vestigios de construcciones efímeras que fueron empleadas para ceremonias, celebraciones o coronación de reyes (Miguel Ángel Elvira, 1989).
Sin embargo, el máximo esplendor de la arquitectura efímera se produce durante la Era Moderna, donde los principales monarcas europeos buscaban erigir su posición sobre el pueblo mediante imponentes ceremonias para glorificar su reinado. Tal era así, que el recurso más frecuente para lograr este propósito era el levantamiento de arcos del triunfo para recibir a los monarcas y toda su corte. No obstante, el valor de lo efímero fue mucho más allá. Y es que, nobleza y burguesía revistieron de una artificiosidad onírica cualquier tipo de ceremonia. En ellas, la arquitectura cobraba una gran relevancia, creando decorados y atmósferas que desvirtuaban la frontera entre la realidad y la fantasía. Esta clase de eventos se convertían, pues, en una catarsis para los diferentes estratos sociales, que quedaban sumidos en un plano alternativo mediante música, danza, teatro, pirotecnia y arreglos florales.
Entendiendo la efimeridad en la arquitectura de la era contemporánea
La llegada de la edad contemporánea supuso un cambio de paradigma que revolucionó, prácticamente, todos los sectores. Y en el ámbito que a nosotros nos concierne, el de la arquitectura efímera, también se vio afectado por diversos cambios. Pese a que se continuó con el diseño de estructuras ceremoniales, durante esta época surge el fenómeno de las exposiciones universales y otros eventos que conjeturaron una fórmula de experimentación perfecta para arquitectos y artistas que elevaron la efimeridad a su culmen. Esta necesidad en infraestructura brindó a los profesionales de una plataforma de debate e investigación que impulsó una innovación potenciada por el carácter del propio evento.
Los espacios y edificios creados para la celebración de estos eventos fueron concebidos, desde sus inicios, para durar tan solo el tiempo que duraba el evento. Sin embargo, en algunas ocasiones, estos diseños fueron conservados por su originalidad en el diseño, dando lugar a la promoción de numerosos arquitectos y sirviendo de banco de pruebas para experimentar con nuevas formas, materiales y soluciones constructivas. Así, vemos casos como el Pabellón Alemán, diseñado por Ludwig Miles van de Rohe para la expo de Barcelona de 1929, el cual logró perdurar en el tiempo debido al fuerte impacto social generado y a su valor arquitectónico.
Actualmente, uno de los principales actores en la arquitectura efímera queda representado en Londres por la Serpentine Gallery. Un pabellón de carácter efímero que, de manera anual, queda diseñado por un arquitecto o artista de renombre internacional. Por él han pasado profesionales icónicos como Sou Fujimoto, Jean Nouvel o Peter Zumthor.
Sin embargo, ¿puede algo que se ha concebido para durar unos pocos meses perdurar en el tiempo?
De lo efímero a lo perpetuo
Se podría decir que la arquitectura efímera responde a un modo de vida cambiante. Una pequeña vuelta a los orígenes de la arquitectura, pues su génesis reside ahí, en lo efímero. Los seres humanos migraban a diferentes zonas en búsqueda de mejores condiciones, llevando consigo toda una vida material a sus espaldas. Esto les obligaba a diseñar y desarrollar estructuras de construcción para determinadas necesidades básicas, cuyo montaje y desmontaje fuera lo más sencillo posible, empleando materiales ligeros con una calidad precio ajustada que les permitiera esa vida errante.
Sin embargo, toda esta visión efímera cambió con la llegada de la actividad comercial y su consecuente creación de núcleos urbanos. Estos facilitaron el acceso a todo tipo de servicios y satisfacían las principales necesidades del ser humano. Esta situación provocó que aquellas personas nómadas pusieran fin a esa vida transeúnte, asentándose en las ciudades y haciendo de sus estructuras efímeras algo perpetuo mediante mejores metodologías y materiales constructivos.
En la actualidad, el escenario es análogo, pues aquella arquitectura concebida para un periodo efímero puede saltar a lo perpetuo mediante una reconfiguración en materia y forma. Así, encontramos numerosos ejemplos como el Pabellón Alemán de Ludwig Miles van de Rohe, el cual fue desmontado en 1930 tras la clausura de la Exposición y reconstruido años más tarde tras la iniciativa del Ayuntamiento de Barcelona para su recuperación. Finalmente, el nuevo Pabellón, ubicado en el mismo emplazamiento, fue inaugurado en 1986 como símbolo en la trayectoria del arquitecto alemán y la arquitectura del siglo XX.
Otro ejemplo contemporáneo lo encontramos en el Centro Acuático de los Juegos Olímpicos de Londres 2012, diseñado por Zaha Hadid. El edificio, inspirado en los remolinos y las formas producida por el agua en movimiento, quedó diseñado bajo parámetros de efimeridad, dando respuesta a dos situaciones claramente opuestas: la afluencia de espectadores durante los Juegos y su posterior uso local. Para ello, el Centro Acuático contó inicialmente con dos alas laterales que albergaban multitud de gradas que, posteriormente, fueron suprimidas para reducir el aforo a una escala local. Actualmente, las instalaciones son utilizadas como un centro deportivo para los vecinos de Londres y para la realización de eventos de índole acuático.
La reciente celebración del Mundial de Futbol de Qatar también nos ha dejado con un caso de arquitectura efímera. Y es que, uno de los estadios, el 974, diseñado a través de materiales reciclados y contenedores de transporte de carga, se ha convertido en el primer recinto deportivo en ser totalmente desmontable. En esta ocasión, el estadio no va a perdurar en el espacio, pero si sus materiales. Y es que, una vez desmontado, serán enviados a países de África en vías de desarrollo para ser utilizados en sus estructuras.
Arquitectura efímera para situaciones de emergencia
Podríamos ir más allá y pensar en la arquitectura efímera no solo en su dirección artística, sino en su faceta temporal. Y es que, en aquellas situaciones de emergencias en las que se requiere de una rápida actuación, la arquitectura efímera es una solución ideal para albergar a un gran número de personas en el menos tiempo posible.
El Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) propuso un Manual para este tipo de para acciones de emergencia, estableciendo unos estándares mínimos y unas necesidades básicas que este tipo de infraestructuras deben tener. Actualmente, el avance en el sector de la arquitectura nos sitúa en un momento en el que las nuevas tecnologías, como la impresión 3D, pueden revolucionar este tipo de arquitectura efímera de emergencia, proveyendo infraestructuras de manera más rápida y con una mayor calidad, funcionalidad y versatilidad.
Ante una situación tan difícil como la de los refugiados, los jóvenes arquitectos Bonaventura Visconti y Leo Bettini idearon una carpa temporal de PVC textil en Grecia para mejorar las condiciones de vida y contrarrestar el trauma psicológico de aquellas personas que se vieron obligadas a huir de sus casas tras la guerra de Siria. La Maidan Tent quedaba formada por un área de 200 metros cuadrados que ofrecía un ambiente protegido y flexible que, gracias a sus materiales y componentes estandarizados, ofrecía un ambiente protegido con ocho espacios modulares de fácil instalación y mantenimiento.
Lucas Boyd y Chad Greenlee, por su lado, reconocieron la necesidad de dotar a los asentamientos de refugiados con espacios para el culto. Así, diseñaron todo tipo de edificios de índole religioso como lugares de adoración transportables y asequibles para cubrir unas necesidades que no responden a la supervivencia biológica, pero si a la propia identidad del ser humano y a la subsistencia de una cultura.
La temporalidad que perdura en la retina
La naturaleza temporal de la arquitectura efímera, a diferencia del pensamiento general, no hace que sea más sencilla que aquella que está pensada para perdurar. Y es que, los proyectos efímeros, requieren de una larga planificación y elaboración que, pese a la libertad creativa de la que es dotada el arquitecto, deben responder a dos fuertes condicionantes como lo son el tiempo de construcción y el coste de obra. Sin embargo, esto no es un impedimento para que los arquitectos experimenten con formas y materiales, sino una variable más que favorece la construcción espacios únicos que diluyen los límites entre el arte, la arquitectura y la vida cotidiana.
Además, la arquitectura efímera refuerza y favorece la cohesión social, estableciendo un diálogo entre ciudadanos que da pie a una interactuación y a un sentido de comunidad colaborativo. Se recogen diferentes puntos de vista, experiencias y se hace participe a todos de una temporalidad pensada para perdurar en la retina.
Sobre el autor
Guillermo Megías
Graduado en Publicidad y Relaciones Públicas y especializado en Comunicación e Industrias Creativas por la Universidad de Alicante. Su trayectoria profesional le ha permitido trabajar en diferentes grupos de trabajo y proyectos de emprendimiento. Desde 2020, ejerce como responsable de comunicación en ADORAS, estableciendo las líneas estratégicas en materia de comunicación y coordinando diferentes equipos de trabajo. Además, lleva a cabo trabajos de analítica web, diseño gráfico, fotografía y redes sociales.