ATELIER
Globalidad local; singularidad universal
En ADORAS atelier architecture creemos en una arquitectura irrepetible, inclusiva y sostenible. Capaz de alcanzar una dimensión universal desde una visión local, culturalmente arraigada y adaptada a un entorno único.
Y, para hacerlo posible, nos hemos reunido en un equipo multidisciplinar en el que compartimos ilusiones, valores e intereses; un atelier en el que cada persona aporta un factor diferenciador y donde las sinergias nos impulsan a hacer crecer las ideas. Hasta hacerlas realidad.
Desde nuestros inicios, hemos defendido una filosofía basada en tres pilares fundamentales: mixticidad, emoción y futuro. Tres conceptos bien delimitados, pero inseparables entre sí, cuya aplicación llevamos al terreno urbano. Pues es ahí donde consideramos que la buena arquitectura cobra sentido y desarrolla todo su potencial social.
Por un lado, la mixticidad nos habla de la riqueza de la diversidad, frente a las barreras de la uniformidad. Las ciudades deben ser heterogéneas, abiertas y adaptativas; deben generar un espacio inclusivo, que nos acoja en nuestra subjetividad y nos permita encontrar un lugar en el que realizarnos.
Al fin y al cabo, somos parte de un proceso racional con un resultado profundamente emocional. Porque la emoción, en nuestra concepción de la arquitectura, es su capacidad icónica para formar parte de nuestra identidad, como personas y como ciudad.
Crear referentes tangibles que nos identifiquen es apostar por una sociedad cohesionada y hacerlo a través de la sostenibilidad es una garantía de viabilidad. Por ello, cada día, trabajamos desde la pluralidad con un objetivo común: trascender el presente para proyectar el futuro.
El atelier «las ideas por encima de los procesos”
Un lugar de trabajo donde el trabajo hace el lugar. Un punto de encuentro, o un encuentro y punto. Un espacio donde relacionarse e intercambiar conocimientos, imaginando un mundo ideal, sin olvidar el real. Con el convencimiento de que, individualmente, podemos crear cosas maravillosas, pero, colectivamente, podemos hacerlas realidad.
El atelier es un lugar físico, pero también un proceso mental. Se trata de hilar los pensamientos de unos y de otros hasta urdir una trama sólida, capaz de sostenerlos y darles corporeidad. Para ello, el equilibrio es fundamental. Cada idea pesa y se valora, nunca se desecha. Al contrario, se conserva e incluso puede ser el inicio de algo más grande.
Compartir espacio e ideas nos ha llevado a crear un portfolio de proyectos tan diverso como coherente visto en su totalidad. Juntos, hemos aprendido que los caminos divergentes terminan por converger, aunque sea más allá de un horizonte que no alcanzamos a ver.
Un horizonte al que cada día nos asomamos desde multitud de perspectivas; cientos de imágenes e impresiones personales que, puestas en común, conforman la gran panorámica que da sentido a nuestra arquitectura.