Dar un paseo por cualquier ciudad y no estar expuesto a grandes carteles comerciales o pantallas resulta casi imposible. La publicidad en las ciudades es un reflejo de la sociedad que crece y evoluciona con ella, donde el espacio público se privatiza para convertir la publicidad en un protagonista arquitectónico que actúa, incluso, como reclamo turístico.
Ciudad, arquitectura y publicidad han experimentado, a priori, un desarrollo paralelo. La concentración de personas en torno a puntos de actividad comercial, la cual se remonta hasta la época clásica, es uno de los principales motivos que llevó al desarrollo de los núcleos urbanos. Sin embargo, su mayor auge lo vemos con la llegada de la Revolución Industrial, cuyas ideas provocaron que la ciudad se convirtiera en un campo de batalla masivo. El gran carácter económico que adquieren la convierten en un entorno mercantil, donde la competencia y el posicionamiento demandan estrategias comunicativas para lograr ventas. Y es aquí donde se origina la publicidad, un tipo de comunicación construida para persuadir, convencer y vender en un contexto hipersaturado y primitivo, que sirvió para ayudar a dar forma al concepto de ciudad postmoderna, cuyas características siguen estando presentes en la actualidad al crear una imagen de ciudad ideal y ficticia para generar ingresos.
Así pues, podemos afirmar que, la publicidad tal y como la conocemos hoy en día, tiene su origen en las ciudades y tiene más relación de la que, a priori, podría parecer que tiene con la arquitectura.
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